viernes, 20 de mayo de 2011

Otro punto de vista sobre los indignados



Pasan los días y las protestas de los que reclaman democracia real van ganando adeptos, pero al menos algunos a los que he visto en la tele aseguran que irán a votar el domingo.

Hoy a mediodía he pasado por la Puerta del Sol y la verdad es que me ha impresionado bastante lo que había allí montado. Parecía una especie de mercadillo, pero de ideas. Grupos diversos discutían propuestas; el más numeroso, entre el caparazón de cristal que da entrada a los trenes de cercanías y la estatua del oso y el madroño. Muy cerca de allí, uno bastante reducido, unas diez chicas bajo una carpa que asegura en un letrero que "la revolución será feminista o no será".

He hecho algunas fotos, no cuelgo la de las feministas porque según me vieron, me recriminaron que la hiciera. A pesar de que estaban en un sitio público, respeto su extraña decisión de no querer ser fotografiadas.



La primera foto es del grupo más numeroso que ya he comentado, y que sale en la tele constantemente porque discuten las propuestas de todo aquel que quiera hacer una. La segunda, la que más me ha impresionado, entre otras cosas por lo que tiene de metáfora, es de uno de los edificios frente a la sede de la presidencia de la enfadada Esperanza Aguirre: una de las enormes lonas publicitarias que cubren numerosos edificios madrileños supuestamente en obras ha sido prácticamente ocultada por las pancartas reivindicativas de los manifestantes.



Para el final dejo al equipo de Veo 7 que cubre la noticia, una reportera un cámara y una ayudante que, según las noticias, irán al paro el próximo día 31 y a los que probablemente les gustaría estar ahí, en Sol, pero del lado de los que se quejan.

Comparto muchos de los pensamientos de los indignados, yo mismo lo estoy, pero creo que el momento es un error que les pasará factura, y que muchas de esas ideas son extremadamente idealistas. También estoy viendo ya al lunes a los políticos de uno y otro signo acercándose a ellos para venderles una moto que muchos de ellos comprarán, porque esto no es Egipto, aquí tenemos una democracia que, por imperfecta que sea, nos ha permitido votar libremente durante las últimas tres décadas. Y no olvidemos que ya Aznar y Zapatero llegaron al Gobierno prometiendo la reforma del Senado y otros cambios, igual que iban a reducir el número de altos cargos y que iban a hacer muchas otras cosas. Son problemas por otro lado asociados al bipartidismo, del que no saldremos mientras la ley electoral castigue injustamente a partidos como IU y UPyD y mientras estos partidos hagan la vida imposible a sus mejores valores hasta hacerlos abandonar el barco, como ha ocurrido últimamente con Rosa Aguilar e Inés Sabanés en IU.

Y a todo esto, el PP ha tenido que corregir el "chascarrillo" de Esperanza Aguirre, que se ha dado tan por aludida con la concentración de Sol, que esta mañana amenazaba con enviar a Ferraz, a la sede del PSOE, a los 90.000 militantes del PP en Madrid. Señora Aguirre, déjelo correr, no la fastidie ahora, si va a ser usted la mayor beneficiada el domingo, ya lo verá.

jueves, 19 de mayo de 2011

A quién beneficia la indignación



No deja de ser curioso que el movimiento de indignados haya explotado en la cara de los políticos en plena campaña electoral. ¿Quién está detrás?, se preguntan todos. Nadie, se apresuran a responder ellos.

Esperanza Aguirre se queja de que protesten en la puerta de su gobierno regional y no en La Moncloa, donde ella piensa, echando balones fuera, que van dirigidas las protestas. Aguirre aprovecha para responsabilizar a Zapatero de la crisis, del paro, de la falta de expectativas de los jóvenes, pero omite los síntomas de corrupción en el seno de su partido y la obviedad de que, si bien el gobierno actual mantuvo la ley del suelo que acabó haciendo estallar la burbuja inmobiliaria española, esta la aprobó su admirado José María Aznar.

Por su parte, el PSOE, al que la maniobra juvenil ha cogido a contrapié, trata de mostrar con ellos una comprensión paternal que, si no tiene cuidado, puede empeorar aún más las cosas. Porque los jóvenes y no tan jóvenes que se están concentrando en las plazas principales de muchas ciudades españolas no están esperando que papá les levante el castigo, que asuma que ha sido muy duro y les dé una palmadita en la espalda antes de darles la paga. Quieren una reforma del sistema que, si Zapatero hubiera cumplido lo que prometió al respecto para su primera legislatura, hoy sería realidad, al menos en parte.

Por su parte, Izquierda Unida se ve reflejada en estas protestas, encuentra en ellas la alusión a ese sistema electoral injusto que hace que la tercera fuerza por votos en el país quede relegada en el Parlamento y premie a los nacionalismos. Y reconoce en el discurso de los indignados su teoría sobre un ejecutivo que gobierna al dictado de los mercados financieros y contra los intereses del pueblo.

La prensa de la derecha, que hasta ahora se reivindicaba como única indignada y con derecho a indignarse mientras los españoles cometieran el error de no votar a quienes ellos dicen que hay que votar, ahora está más que indignada, echando espuma por la boca, porque quizá saben que el domingo los suyos triunfarán, pero la indignación no terminará el lunes, y el gobierno tiene un año para ponerla de su parte.

El PP se queja amargamente de estas protestas y aprovecha para recordar la manifestación durante la jornada de reflexión que precedió a la primera victoria de Zapatero en 2004. Se queja porque no tiene más remedio, porque los que protestan son de izquierdas, pero para sus adentros se relame, sabedor de que los indignados no harán mella en su electorado y sí en el de su principal rival.

El PSOE asiste con incertidumbre a unas protestas del que podría ser su electorado natural, de hecho son los votantes a los que aspira cautivar. El partido gobernante, al que las encuestas de cara a las elecciones autonómicas y municipales del domingo auguran una derrota casi podríamos decir que humillante, se encuentra ahora, además, con un enorme grupo de potenciales votantes que no solo no escogerán sus papeletas, sino que están disuadiendo de hacerlo a muchos otros españoles.

Los partidos minoritarios, empezando por IU y seguidos del UPyD de Rosa Díez y nacionalistas como ERC, ven en estas protestas la posibilidad de arañar votos al PSOE, el gran perjudicado de la situación. Y es posible que lo consigan, pero lo cierto de todo esto es que, en mi opinión, la mayoría de los indignados se indignarán consigo mismos cuando descubran, el próximo domingo, que han aupado al PP a una victoria sin precedentes y que lo dejará gobernando con una oposición meramente testimonial en un gran número de comunidades autónomas y ayuntamientos.