viernes, 27 de abril de 2012

El poder del usuario

Afortunadamente, hemos llegado a un momento en que ya no es noticia que una determinada marca ayude a tal colectivo o catástrofe, porque esa ayuda es buena siempre, pero no debe confundirse el objetivo de ayudar con el de vender más. Estamos en la era de la RSC (responsabilidad social corporativa).

Si hay algo bueno en la época que vivimos es la capacidad que el usuario ha adquirido, gracias a internet en general y a las redes sociales en particular, de castigar a las marcas que no cumplen, con el medio ambiente, con la sociedad o con otras causas, cualesquiera que sean. Donar comida a necesitados no te exime de ser respetuoso con el medio ambiente, por ejemplo, y los ciudadanos son cada vez más conscientes de esto.

A los ciudadanos les cuesta reciclar, y tienen serias dudas de que las basuras que separan se reciclen realmente. Por eso, cada vez miran más la composición y la procedencia de los productos, y les alegra descubrir que algunas marcas recurren a esa materia prima, cuya transformación muchas veces es menos perjudicial que la de una materia virgen.

Antes, la única opción que nos quedaba para protestar contra una marca era no comprarla, y el mensaje de un único comprador no llegaba a la empresa. Ahora, gracias al poder de las redes, el mensaje puede calar entre otros usuarios, que ya no se sienten solos ante el gigante. Es la hora de que las marcas lo hagan bien, porque, más que nunca antes, David tiene armas para batir a Goliat.

viernes, 20 de abril de 2012

En las alturas con Yo Dona

Esta semana, el martes, estuve en el II Encuentro con la Sostenibilidad de Yo Dona, dedicado al diseño y la innovación. A pesar de lo largo que fue, cerca de doce horas, y de que estaba allí trabajando, y no como mero espectador, disfruté de las ponencias, todas muy prácticas y con ejemplos reales, que de eso trata la sostenibilidad, de hoy y no del futuro.

Y como la crónica completa saldrá el próximo sábado en la revista, aquí me limitaré a compartir las vistas de las que pude disfrutar a la hora de la comida. Y es que estábamos en la planta 50, la última, de la Torre de Cristal, el edificio más alto de España (a poca distancia de sus tres compañeras del complejo Cuatro Torres). Nada menos que 250 metros sobre el suelo, confieso que me dio un poco de vértigo hacer la foto de arriba, pero quería que se apreciara la distancia.


Uno de los debates que se hicieron durante la jornada trató sobre arquitectura, y la sostenibilidad de esta torre se puso en duda. Yo me encuentro entre mi conciencia convencida sobre el deber de cuidar el medio ambiente y mi extraña (no le encuentro explicación) afición por los rascacielos. Así que, en su defensa, recordaré que a pesar de su tamaño, este edificio genera un 60% menos de emisiones y consume un 50% menos de energía que un edificio de oficinas convencional.

A priori, el conjunto de ponencias podía parecer una sucesión inconexa, pero precisamente una de las conclusiones de la jornada fue que la sostenibilidad no es responsabilidad de los fabricantes o de los gobiernos, sino de todos. Además, los ciudadanos han adquirido un poder gracias a las redes sociales que están utilizando para castigar a las marcas que no actúan con responsabilidad.